dimecres, 27 de gener del 2010

¿Qué hacemos con la "caquita nuclear"?

Justificació completa

Escuchando "Help!", de los Beatles, se me hace difícil no tomar partido en el debate sobre la problemática nuclear. ¿Qué pensarían los hippies sobre los cementerios nucleares (término ya de por sí, doblemente terrorífico)? Si tener una central nuclear cerca de nuestras casas ya es poco estimulante, lo es menos aún tener un vertedero de materia tóxica que tardará miles de años en desaparecer. Como un water para guardar las "caquitas" de las centrales nucleares, para aclararnos.
Hablando más en serio, un cementerio nuclear es, según nuestra amiga Wikipedia, lo que los técnicos llaman un Almacenamiento Geológico Profundo, es decir, un subterráneo donde se tratan los desechos nucleares de las centrales. Estos desechos se gestionan para evitar que se produzcan filtraciones poco deseables. Es cierto que los cementerios nucleares son necesarios pero, como las cárceles, nadie los quiere cerca. ¿Nadie? NO, dos pueblecitos galos (o no galos, pero me venía bien la referencia) resisten a las hordas anti-nucleares que encabezan las Comunidades Autónomas. Yebra y Ascó (y más que acabarán apareciendo) se han postulado para recibir el cementerio nuclear y los gobiernos castellano-manchego y catalán han mostrado sus reticencias. Incluso dentro de los partidos han reaccionado con posturas opuestas. Sea como sea, la localidad escogida recibirá pingües beneficios por ser la que reciba toda la caca nuclear del Estado.

Entiendo el interés de los ayuntamientos, sobretodo en estos momentos de crisis en los que la financiación municipal está por los suelos, ahora que la burbuja inmobiliaria ha estallado. Pero creo que deberían ser más responsables, tener en cuenta a sus votantes y a los hijos de sus hijos, de sus hijos, de sus hijos, de sus hijos, de sus hijos... que pueden sufrir las consecuencias de un accidente nuclear. Porque de producirse no sólo se vería afectada esa localidad y sus habitantes (y varias de sus futuras generaciones) sino también las localidades que les rodean y que, como es natural, no quieren nada que les perjudique la salud.

Aunque creo que lo que más me molesta es la hipocresía de quienes afirman que la energía nuclear "es limpia". Eso, simplemente, es mentira. Igual que los que decían que el tabaco no es adictivo. Algo que te puede producir cáncer, esterilidad o la muerte, no tiene nada de "limpio". ¿Que se producen pocos accidentes nucleares? Y qué. Eso no los convierte en "limpios", ni sus consecuencias, en mínimas. Que es muy barata, cierto, que es un magnífico negocio, muy cierto, pero de "limpio", nada. Eso sí, quienes destacan la limpieza de las nucleares, tienen sus hogares y sus casas de verano a centenares de kilómetros de ellas. ¿Casualidad? Como decía la canción "Lo dudo, lo dudo, lo duuuuudoooooo...".

divendres, 15 de gener del 2010

Munilla, no vayas a Haití

El pasado 14 de enero no salí de mi asombro al escuchar a Monseñor Munilla, flamante y polémico obispo de San Sebastián, decir literalmente en la Cadena SER que "existen males mayores que los que estos pobres de Haití están sufriendo estos días. Nosotros nos lamentamos de estos pobres de Haití pero igual también deberíamos (...) llorar también por nosotros, por nuestra pobre situación espiritual por nuestra concepción materialista de vida, ese es un mal más grande que el que esos inocentes están padeciendo". Para los incrédulos, aquí está el corte de voz:


Es decir, la falta de feligreses de la Iglesia española "es un mal más grande" que la práctica destrucción de un país entero, el de "esos pobres de Haití". No es que me sorprenda viniendo de un obispo, esos seres tan alejados del mundo real. Pero no sé de qué se extrañan, no sé porqué se lamentan de que la gente no atienda a sus iglesias. Me pregunto cuanto duraría en la junta de una empresa un directivo que dijera en público algo como "la falta de fe en nuestros productos es un mal más grande que el que esos inocentes (sí, eso los pobres de Haití) están padeciendo". O cuanto tardaría un partido político (y sus electores) en desacreditar a un portavoz si sus declaraciones fueran de éste calibre. Pero no, la Santa Iglesia no rectifica si no han pasado 500 años. Y que conste que no hablo de la iglesia de los sacerdotes que trabajan durante años en África o América del Sur, los misioneros que regalan lo mejor sus vidas en hacer el bien. Tampoco hablo de aquellos que tienen un sentimiento religioso y que creen que existe un Dios ahí arriba en alguna parte.

No, yo estoy hablando de la Santa Iglesia que pasea rodeada de lujos y obras de arte en grandes palacios, de la Santa Iglesia que dirige el Banco del Vaticano (¿qué opinaría un hippie revolucionario como Jesús sobre tener un banco en su honor?). Hablo también de la Santa Iglesia que no sólo protege sino esconde a sus pederastas, pasándolos de iglesia en iglesia, sin advertir a sus feligreses del peligro que corren sus hijos al acercarse a ellos. Hablo de esa Santa Iglesia que prohíbe el preservativo, provocando a la propagación de una enfermedad mortal en África, resultando ser más pro-SIDA que pro-vida.

Me pregunto qué organización o empresa con estas cartas en su mesa conseguiría vender sus productos. De hecho, me sorprendió escuchar palabras como "clientela" o "producto" de la boca de Munilla durante la entrevista en "La Ventana" con Gemma Nierga. Términos tan cercanos al Márketing no son habituales entre la buena gente con sotana. Cabe decir, que Monseñor Munilla matizó al día siguiente, llamando al "Hoy por hoy" de Francino, lamentando haber sido malinterpretado. No cuela, monseñor, no cuela. En esta frase "existen males mayores que los que estos pobres de Haití están sufriendo estos días" no cabe mala interpretación. El truco de echar la culpa a las interpretaciones periodísticas está muy visto, insulta a la inteligencia y ya nadie se lo cree. Monseñor Munilla, acepte que la cagó diciendo eso y no se acerque por Haití, bastante mal ha hecho ya.

PS: Gemma Nierga, gracias por volver. Se te ha echado mucho de menos.