divendres, 22 d’abril del 2011

Carlos Carnicero

Lo cierto es que la tesis doctoral que preparo me está proporcionando muchas más satisfacciones de las que en principio podría esperar. Tras entrevistarme con Juan Pablo Colmenarejo (director de "La Linterna" de la Cope), Alberto Pozas (director de la revista Interviú) y Miguel Ángel Aguilar (maestro de periodistas) le ha llegado el turno a otro ilustre de las tertulias radiofónicas nocturnas, Carlos Carnicero. Fue definido por Carlos Llamas, el director de Hora25 entre 1992 y 2007 (a quien podéis escuchar en esta entrevista que le hice en 2001), como "el mejor polemista que he conocido". Tertuliano veterano, bregado en mil batallas dialécticas, comenzó en este ámbito en 1985 y desde entonces ha sido un habitual de programas de la SER como "La Ventana" u "Hora 25". Como siempre comento, a causa de las normas que se han fijado para mi tesis, no puedo explicar nada de lo hablado durante la entrevista, pero sí mis sensaciones de la misma. 

Carlos Carnicero, en la cafetería donde conversamos.
Fue ciertamente una entrevista complicada de concretar, ya que Carlos Carnicero es una persona muy ocupada, con una agenda repleta de viajes a Buenos Aires, Cuba y Londres, compromisos laborales y apariciones en los medios. Tras varios intentos fallidos entre los meses de febrero y marzo, no pudo ser hasta el martes 19 de abril que nos encontráramos en una céntrica cafetería madrileña. La espera se alargó un poco más porque preferí llegar antes a nuestra cita, para preparar el escenario. Los nervios se fueron acumulando en mí con el paso de los minutos pero al fin le vi entrar por la puerta. Tras una corta conversación previa, comenzamos con el cuestionario y Carnicero demostró lo que lleva años y años demostrando en radios y televisiones, que es un hombre capaz de estructurar en pocos segundos un discurso perfectamente elaborado y claro, con argumentos de primer nivel. Un periodista y tertuliano con el que puedes o no estar de acuerdo en lo que dice y expone, pero que tiene un gran poder comunicativo y una gran capacidad de replicar convincentemente en sus intervenciones y que es capaz de dirigir un debate o conversación al terreno que quiere sin que sus interlocutores se den apenas cuenta. 

Su voz grave y la seguridad con la que se expresa imponen al principio, pero se trata de una persona cercana y amable en el trato, algo distinto del apasionado polemista que describía Carlos Llamas y que solemos ver y oír en debates televisivos y tertulias radiofónicas. Me regaló una hora de su tiempo para mi tesis y 5 minutos más en el descuento, para hablar de candidatos y posibilidades electorales. Un lujo y un honor. 

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