divendres, 16 de març del 2012

Las portadas de ABC...

La polémica portada de ABC.
... me hacen pensar en el estado en el que se encuentra el periodismo de hoy. En mi último post “La Muerte del Periodismo”, ya hablé sobre este tema, pero en los últimos días el periódico ABC ha vuelto a las andadas con una portada que se puede tildar sin temor a equivocarnos de catalanófoba. Pero eso no es algo nuevo. La catalanofobia es un arma muy usada a lo largo de los años. Aznar no fue el primero en usarla, pero se apropió bien de ella durante un tiempo, también cuando le conviene la usa a su gusto Esperanza Aguirre, pero el doctorado lo tiene sin duda el amigo Rodríguez Ibarra, quien se ha hinchado de ganar elecciones usando la catalanofobia (aunque sea del Barça). En general, en según qué ambientes es una herramienta muy eficaz para salirse por la tangente y evitar que hablen de algún "marrón" que interesa ocultar. Es decir, ¿para qué hablar del déficit del 5,3% que ha aprobado Bruselas para nuestro país, cuando puedes poner el foco en que Artur Mas preparará un referéndum sobre el pacto fiscal? ¿Para qué hablar de los 5.000 millones de más que España va a tener que sacarse de la guantera por órdenes de Bruselas, cuando puedes hablar de que en Cataluña no se quiere izar la bandera española? o ¿para qué hablar del copago sanitario que ya se está cocinando en nuestro país, cuando puedes hablar de “la casilla del castellano” que, según ABC, Mas quiere esconder?

A todo ello, se ha sumado que esta misma semana el Diari ARA, que ha practicado el noble arte del “diálogo de portadas”, respondiendo a la primera plana de ABC con otra similar, aunque menos dramática. Mientras unos afirman que “Tenemos un problema” (como si se fuera a hundir España por cuatro tonterías), en el diari ARA afirman tener una solución. Está claro que la solución no sería del gusto de ningún españolista, porque, aunque no lo menciona, lleva implícita la reivindicación independentista. Es decir, ante el “problema catalán” que plantea ABC, responde el diari ARA con “la solución” de la independencia. 

La portada del diari ARA, en respuesta a ABC.
Ya me perdonarán ambos bandos, con los cuales no me siento identificado, pero desde mi punto de vista (que es el de un catalán que vive en Madrid, catalanista pero no independentista y que a la vez se siente muy pero que muuuuuuuuuuuuyyy lejos de sentirse españolista), esto es como una pelea entre dos niños. Es como si un hermano mayor (España) le echara la bronca al pequeño (Cataluña) en una discusión que podría ir más o menos así: 

- Esp: Oye, jo, que ya está bien, que siempre te portas mal, nunca haces lo que te dicen que tienes que hacer, siempre te quejas y siempre quieres hacer las cosas a tu manera. 
- Cat: Ya, pues tú siempre me estás diciendo qué tengo que decir y como tengo que decirlo, jo, y siempre me quitas la mitad de la paga y se la das a la prima Espe y a los primos de Sevilla y Badajoz. Y dices que me quieres pero me tratas muy mal. Quiero irme a otra habitación, no quiero estar más contigo.
- Esp: Pues no te vas a ir y además me vas a querer mucho porque ya está bien de que siempre quieras tener tus propias ideas y tu forma de hablar. Me vas a querer y ya, porque lo digo yo. 
- Cat: Pues no te quiero nada y voy a recoger firmas para ser como el primo Patxi, que se puede quedar con toda la paga. Y sino les diré a todos que me quiero ir a otra habitación para hablar como me de la gana! 
- Esp: Pues no! 
- Cat: Pues sí!
- Esp: Pues no! 
- Cat: Pues sí!
- Esp: Pues no! 
- Cat: Pues sí...!


... y así, in eternum. Una discusión que jamás lleva a nada, que se queda tan estancada e inamovible como la que tienen un pro y un anti-taurino, un pro israelí y un pro palestino o uno del Madrid y uno del Barça. Diálogos sordos, estériles, en los que ninguno de los dos escucha ni escuchará jamás a la otra parte, porque, aunque lo hicieran, no serviría absolutamente para nada. Repito. PARA NADA. Y así vamos pasando los días, discutiendo sobre cosas que no me van a dar trabajo, ni me aportarán un gran conocimiento intelectual, pero que, al menos, sirven para que yo pueda llenar un día más mi blog con un post sobre las peleas entre esos niños mal avenidos llamados Catalunya y España.

1 comentari:

  1. Creo que el problema es más profundo que el de la expresión mediática de unas desaveniencias teóricamente fraternales.

    El Estado español está constituido sobre bases políticas que resultan discrimiatorias para parte de la ciudadanía. Y no hablo de banderas o identidades, que serían sólo una derivada de lo esencial, sino de concepción restricitva de la "verdadera españolidad", que es excluyente.

    Esta podría estar ya subsanada después de tantos años, sea con la eliminación de las minorías nacionales como la catalana (caso francés), sea con la evolución de la sinstituciones politicas y el imaginario nacional español hacia esa España Plural (posiblemente federal) que sólo ven algunos catalanes especialmente optimistas, pero que nadie entiende en el resto del Estado.

    Pero esta situación es necesaria por una razón económica. Si lo catalán no fuera percibido por la ciudadanía española comoi extraño, como una adherencia o impureza pegada a "lo español, español", o los catalanes (los que vivimos en Catalunya, todos) no fuéramos los "sospechosos habituales", no sería adminisble ni sostenible una contínua discriminación en aspectos económicos (el demostrado déficit fiscal, las infraestructuras igual de deficientes, la contención de las posibilidades de desarrollo), que se traducen en un tratamiento de los catalanes como ciudadanos de segunda, que reciben. No hablo de lo que "pagamos" los catalanes. Me refiero a que cada catalán recibe, per cápita, menos recursos para servicios básicos (sanidad o educación) o políticas sociales. Hablo de cómo se limitan elementos de competitividad (aeropuerto, infraestructura ferroviarias) o cómo se prefiere que el capital "catalán" no entre en empresas franquicia españolas (pregunten a Pizarro y a Espe). Si los catalanes fueran percibidos como completamente "propios" como españoles "de verdad" no sería admisible ni sostenible en la opinión pública que, después de practicada la "solidaridad" Catalunya baje por debajo de los receptores en los inidcadores de renta disponible y calidad de vida, o que una región como Extremadura pueda mantener un índice astronómico de empleo público i se acuse a Catalunya del despilfarro que hunde españa.

    En pleno debate del Estatut, cuando en el hemciclo tronaban las expresiones apocalípticas por las pretensiones de financiación, Andalucía recibía un ingente pastón en calidad de "deuda histórica", sin que nadie, nadie, se atreva a oponer ni una duda, o que incluso el PP sea el primer defensor del sistema basco de financiación.

    Lo curioso es que este ahogamiento de una de las locomotoras del estado perjudica al conjunto. El problema es que España tiene una mentalidad y unas estructuras trasnochadas y viciadas en lo económico. élites capitalinas copan los altos puestos de la función pública y las plazas de los Consejos de Administración casi hereditariamente. el favor del gobierno, el poder político y la actividad económica son casi inseparables. La mentalidad centralista (miremos las infraestructuras) y la estrategia por un Madrid-Metrópolis perjudica todos los españoles, no sólo a los catalanes.

    Miremos los trenes de cercanías: veremos dónde el 40% de la flota se considera de unidades obsoletas. veamos de cerca como el PP ha frenado la privatización de el aeropuerto de Barcelona (el PP parando privatizaciones!!!!???) para que no pueda desarrollarse y competir con Madrid-Barajas.

    No. Lo identitario es la excusa. el desprecio a la lengua y la identidad catalanas como "ajenas" y "molestas" a lo verdaderamente español es sólo la menifestación de la necesidad que ya Felipe V, monarca absoluto de Castilla, entendió. Castilla necesita parasitar económicamente Catalunya y por eso no puede soltarla pero tampoco aceptarla como una igual en la construcción del Estado español. Esto no ha cambiado. Si no, por qué no ja finalizado del todo el proceso de asimilación o se ha entendido la pluralidad. No conviene ni lo uno ni lo otro.

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