No se asusten, no soy un columnista de La Razón o de ABC. Soy un simple periodista de izquierdas, crítico y habitual votante socialista, que ve que el partido que ha apoyado con su voto en todas las elecciones que ha participado se dirige en el más profundo de los abismos. Bien lo han reflejado las últimas elecciones gallegas y vascas.
Desde antes de Zapatero, el socialismo español ha sido como un avión sin piloto, sin motores que funcionen demasiado bien y sin tripulación adecuada para intentar salvar al pasaje. Visto con perspectiva, puede decirse que Zapatero fue un paréntesis en la caída en picado de un partido político que perdió el norte hace ya dos décadas. Hijo del sistema de partidos oligárquicos que España posee, el PSOE se ha estructurado como un cortijo en el que cualquier crítica interna es neutralizada por apoyos incondicionales al aparato y cualquier abismo de autocrítica es atajado a tiempo por los fontaneros del cortoplacismo. Una gente maravillosa para sacarte de un marrón, estos fontaneros, pero acostumbrados a la oscuridad de las catacumbas de la vida política, tienen una nula visión de futuro.
Pero creo que estaría extraordinariamente equivocado si dijera que este partido necesita una renovación interna, un lavado de cara y un nuevo líder para salir adelante. No amigos, con eso no hay ni para empezar. La gente seguirá desconfiando de un partido que sabe maquillarse mejor, pero que no ataja los problemas de raíz, que se apoltrona, que colabora con el PP en cuando tiene oportunidad y que traiciona a sus líderes cuando aún son candidatos o Presidentes del Gobierno. Un lavado de cara quizá ilusione a los propios, pero no es a los propios a quienes tiene que convencer, sino a una ciudadanía que ya no se traga la enésima renovación del partido socialista.
¿Es Patxi López el futuro del PSOE? |
Comentan que Rubalcaba lo dejará tras las elecciones catalanas, con el PSC más hundido que nunca a causa de no apoyar el independentismo y que dará paso a Patxi López, aunque esto, vistos los resultados de las elecciones vascas, parece un camino que acaba de complicarse ligeramente, dados los pésimos resultados obtenidos. Cierto que este político vasco tiene un buen background detrás y, si se recupera del descalabro electoral de perder nueve escaños en el parlamento vasco, puede tener un prometedor futuro. Pero estamos hablando de un partido que lleva cuatro elecciones consecutivas perdiendo votos y escaños y todavía nadie parece darse cuenta de que hay que hacer algo para remontar. Los parches ya no sirven, porque el problema no es el capitán, ni el timonel, ni los fontaneros, ni siquiera el motor. El problema es el barco. El problema es que el partido socialista necesita una crisis cartesiana de tal calibre que, al reconstruirlo, como decía Guerra, al resultante "no lo reconozca ni la madre que lo parió". Pero llegamos tarde, porque la refundación y la asunción de un nuevo camino ideológico es un paso que debió tomarse hace ya tiempo, en lugar de las abortadas primarias entre Chacón y Rubalcaba.
Pero no pienso atribuirme mérito alguno con estas afirmaciones porque, por poner sólo un ejemplo, Carlos Carnicero lleva años haciéndolas en un mismo sentido en la radio y en su blog. Hoy habla de ello también Iñaki Gabilondo en su videoblog. Tampoco voy a ser el primero ni el último en decir al Partido Socialista que hace décadas que no es Obrero, las propias bases del partido se llevan quejando años de la deriva del partido, como quedó reflejado en el 38º Congreso Socialista. Lo malo es que, a diferencia de los bancos, a los partidos políticos no les rescata nadie. Ni Felipe, ni José Luis, ni Patxi, ni nadie. Son los propios miembros del partido quienes tienen que ser conscientes de que el cambio está en sus manos.