diumenge, 31 de març del 2013

Pensamiento bunkeriano

En el último mes he tenido la oportunidad de dialogar con gente que se cree en la más absoluta posesión de la verdad. En distintas discusiones, algunas muy acaloradas, otras más civilizadas (como la que mantuvimos Patricia Horrillo y yo con un colectivo anarquista en el programa de Agorasol Radio "Barrio Canino"), el interlocutor se dirigía a nosotros como (y nos calificaba como) gente que está equivocada y que algún día entenderá las razones del argumento planteado, irrebatible a su entender. Como sabéis, las palabras tienen una gran fuerza y expresarlas de un modo o de otro indica con claridad qué tipo de mente tiene tu interlocutor. Cuando alguien se dirige a ti diciendo que "estás equivocado" o que "un día lo entenderás", aparte de un paternalismo despreciativo insufrible (y en ocasiones, muy hostiable), lo que quiere decir es que la persona que te interpela no tiene un mínimo atisbo de duda en sus planteamientos. 

La duda, fundamental para el pensamiento democrático.
Este aspecto podría ser bueno en otras circunstancias  pero en una discusión lo único que provoca es el bunkerismo ideológico y el inmovilismo argumental. Es decir, encerrarse en una idea fija sin llegar a contemplar la más mínima posibilidad de que estamos equivocados. Es el otro quien se equivoca. En un debate, en una tertulia o en una simple discusión de bar, la contienda argumental debería estar siempre dirigida por un halo de duda, que nos permita absorber planteamientos de nuestro contendiente dialéctico. Es decir, no creernos sabedores de una verdad sin paliativos, sino dar la oportunidad al otro de que pueda tener la razón, porque si no es así, ya nos encargaremos nosotros de rebatirle con argumentos y, si se da el caso, de convencerlo. Es la diferencia entre quien piensa en escala de grises y quien lo hace en un paradigma de blanco o negro

Viñeta de J.R. Mora sobre el escrache.
Creo que en este país estamos sufriendo en los últimos tiempos de una peligrosa deriva. El Gobierno lo hace a golpe de decreto, criminalizando cualquier acción ciudadana (como ha planteado Antonio Maestre en su artículo del periódico La Marea), radicalizando las posturas para cargarse de (falsas) razones para actuar contra el conjunto de la ciudadanía, aplicando leyes restrictivas. Creo que, por ejemplo, el escrache, no es ni más ni menos que la manifestación pacífica de una indignación y un hartazgo de la población, además de ser hijo de la situación que vivimos. Intentar prohibirlo o criminalizarlo no es sólo una barbaridad (como lo calificó el principal sindicato policial), sino también dar la bienvenida a que algunos desalmados quieran ir más allá, con lo que ello implica. Quizá es lo que está buscando el Gobierno, que las cosas se saquen de madre de tal modo que cualquier protesta ciudadana quede desprestigiada.

El escrache, la última herramienta reivindicativa de la PAH.
En todo caso, se detecta claramente una radicalización de posturas que proviene de la actual situación social, de los sucesivos recortes, de la imposibilidad de los partidos políticos de deshacerse de los intereses y los lastres del pasado para afrontar las dificultades del presente y de una clamorosa falta de humanidad de algunos colectivos, que se limitan a cumplir órdenes. A diferencia de estos, otros como los bomberos, se han negado a obedecer para no perjudicar a la ciudadanía, como en el caso de los desahucios. Es decir, una parte del sistema ha actuado por el bien del conjunto, no por los intereses de quienes le dan las órdenes. En este caso, la disyuntiva "o con nosotros o contra nosotros" queda anulada ya que una parte del sistema, los bomberos, se niega a participar en el orden establecido, sin querer salir de él. Eso le pasa a mucha gente, que no está en contra del sistema (la democracia) sino que quiere que mejore, que no le robe derechos y que no le deje en la calle con una deuda que no va a poder pagar en toda su vida. Es decir, a diferencia de los nazis, lo que han hecho los bomberos, la PAH y otros muchos ciudadanos es poner en duda la legitimidad de las órdenes recibidas, en lugar de obedecer ciegamente a sus amos como suelen hacer los diputados. Por ello para evitar errores del pasado, creo que es más necesario que nunca perder el miedo a usar la duda y a huir corriendo del pensamiento bunkeriano.

dimecres, 13 de març del 2013

Segunda Transición

Llevamos meses en algunos foros discutiendo de lo necesaria que es una Segunda Transición en nuestro país. Tras la Transición simulada, debe llegar a España la 1ª Transición real (adjetivo muy adecuado, en este caso) en la que pasemos de una democracia de segunda fila a una democracia de primera división. Se ha descrito en muchas ocasiones en los últimos que la Transición Española supuso un simple cambio de nombre, de "Régimen" a "Democracia", en el que las élites que dominaban este país durante el Franquismo se mantuvieron, no fueron perseguidos por sus crímenes contra las víctimas de Franco y se mantuvieron prácticamente intactas en los estamentos policial y judicial. 

La portada de El Jueves, mostrando de
forma esencial lo que es la política española.
La Casta Política traicionó a los ideales de la sociedad creando una democracia de espaldas al pueblo, en la que la participación del mismo se limitaba al voto y se nos vendió como el gran progreso de la humanidad. Se limitó la acción política a los partidos, cuando de todos es sabido que no hay una sola forma de hacer política igual que no hay una sola forma de discursar, de vestirse o de conducir un país. Se limitó mucho la capacidad de hacer ILP's (exigiendo medio millón de votos) y se ninguneó la opción de que los ciudadanos pudieran convocar referendos (limitando esa opción de convocatoria al Presidente del Gobierno, por lo que es imposible que se convoque uno contra su figura o su administración). Y no sólo eso, sino que una vez pasado el trámite, el Parlamento puede desestimar como si nada hubiese ocurrido una ILP firmada por medio millón de personas y no hacer caso alguno a un referéndum porque ambos son en todo caso no obligatorios de cumplimiento. Es decir, son una simple simulación de participación ciudadana. Son un fake, un engaño, una figura que no sirve, a la práctica, absolutamente para nada. Igual que el Senado. 

Con este marco conceptual, es normal que los políticos españoles, viviendo de espaldas al ciudadano y limitando su opción al éxito personal dentro y fuera del partido, hayan hecho de la corrupción su forma de vida. Que hayan constituido su forma de trabajar en un formato que no tiene en cuenta al ciudadano por pura iniciativa, sino que sólo les escucha cuando llenan las calles y plazas de Madrid y Barcelona. Viven sus vidas con miedo a lo que un ciudadano les pueda exigir, no sea que vaya a desbaratarles un chanchullo establecido, un sobre con dinero en B proviniente de constructoras o una moción de censura a un alcalde rival con la ayuda de un condenado por acoso sexual. Vamos, que han convertido los partidos políticos (teóricamente, formaciones de representación ciudadana) en infraestructuras de financiación ilícita y gestión de influencias particulares. Lo que @nayermaster y los 5 bloqueados por Alberto Garzón definen como "cuñadismo". 

Y esa traición de los políticos a los ciudadanos se culminó tras la llegada de José María Aznar y su forma de hacer política, en la que la palabra "Dimitir" quedó relegada a un nombre propio de origen ruso, como destacaban tanto una pintada fotografiada en Sevilla como el periodista Jordi Évole. Con los mantras "Hagas lo que hagas, no dimitas porque eso significa que eres culpable" y "Si lo eres, por lo menos no lo hagas público en un acto de dignidad política, porque desprestigias al partido", el Partido Popular y en menor medida, pero también, el PSOE echaron por tierra el concepto de dignidad y honorabilidad política. Es decir, que un político debe ser honesto porque representa a los ciudadanos. Si no es honesto o se le descubren mentiras, estafas, dádivas u otros actos indignos para dirigir al país, debe marcharse. Porque la prioridad no es la dignidad del partido, sino la dignidad de la democracia en su conjunto. Dimitiendo se engrandece (o por lo menos, no se ensucia) la democracia. No dimitiendo se salva el culo del partido, teóricamente (porque en realidad no es así tampoco). 

Los ciudadanos estamos hartos, cansados y aburridos de una clase política indigna, de un marco democrático diseñado a nuestras espaldas y exigimos un cambio verdadero, inmediato y republicano de nuestra forma de vida. Ha llegado la hora de refundar la democracia.

dimecres, 6 de març del 2013

Chávez en los medios

El tratamiento que los medios de comunicación han hecho sobre la muerte de Hugo Chávez merece sin duda un análisis profundo. Muchos de ellos destacan la incertidumbre que el fallecimiento del Presidente venezolano va a provocar en todo el país, aunque creo que hoy es especialmente importante analizar más la forma que el contenido. En muchos de los subtítulos vemos cómo se califica de "Caudillo" (intentando igualarle con Franco, posiblemente) a un presidente que, guste o no, ganó elecciones una tras otra. El Rey no puede decir lo mismo y muchos llevan 30 años tildándole de demócrata. Por mucho que "rey" y "democracia" sean términos que casan poco y mal en su significado. 

La portada más destacable, en mi opinión, es la del periódico ABC, que por una vez trata al fallecido con respeto. No le tildan de asesino ni de sátrapa ni siquiera de caudillo. Sobre un fondo rojo vemos que titulan con un simple "Muere Chávez" (aunque podrían apostillar "esta vez sí" por la cantidad de veces que este periódico ha anunciado erróneamente su muerte). Todos y cada uno de los textos de portada son simplemente informativos y respetuosos con el personaje (algo inédito en este periódico, tratándose de Chávez) y parece que desde la dirección del periódico se ha optado por una portada pensada para la Historia más que para vender periódicos al día siguiente. Felicidades. Otros periódicos que analizaremos a continuación deberían de haber hecho lo mismo. 

La portada del periódico El País parece le sigue la estela a la de ABC, por ser relativamente respetuosa con los cánones del periodismo y con la persona de quien se informa. En la portada, sólo encontramos la palabra "caudillo" en el título de un articulista, es decir, en el apartado de opinión y en el texto central del artículo. Esta palabra no aparece en gran tamaño como en otras portadas y se puede decir que relativamente guardan las formas, a pesar de que usarla es un error grave. El titular destaca que "La enfermedad derrota a Hugo Chávez", lo cual se podría interpretar (haciendo un esfuerzo, eso sí) como un guiño a la teoría de la conspiración de Maduro sobre el envenenamiento de Hugo Chávez. Eso, o simplemente han querido optar por un titular distinto a "Muere Hugo Chávez". 

En El Mundo, destacan la teoría de Nicolás Maduro por encima del fallecimiento del personaje titulando "Maduro convierte la muerte de Chávez en un asesinato imperialista". Me parece un error, porque la noticia más importante de ayer no es el titular de Maduro, sino el fallecimiento de un personaje conocido en todo el mundo. Si eres Pedro J y esta teoría te parece descabellada, lo más normal sería descartarla, y no convertirla en el titular de portada de una de las noticias del año, ¿no?

Otra de las portadas que me gusta, la de La Vanguardia. Destacan la importancia del fallecimiento para el país que hasta ayer mismo gobernó. Es decir, la portada, sin llamar caudillo al personaje, analiza con el titular "La muerte de Chávez sacude Venezuela" las implicaciones que la muerte de este personaje va a causar en una Venezuela en la que se le venera y se le odia. La conmoción causada por la muerte de Hugo Chávez, aunque esperada, deja un panorama político y social de desconcierto por la figura del personaje, que ha sido un referente y  un guía tanto para sus seguidores como para sus detractores. 

Los destacados son también informativos, recordando la fecha de  inicio del cáncer que acabó con su vida y la teoría del "complot" que El Mundo llevaba a su titular principal. En este caso, está tratado de forma aséptica, explicando lo que afirma el Gobierno venezolano, más que lo disparatado o no de la afirmación, como hacía Pedro J.

Una de las portadas que más me ha sorprendido es la de El Periódico de Catalunya. Veámosla. 

Dejando de lado la palabra caudillo, que ya hemos analizado ampliamente, me parece que es de muy mal gusto hacer un juego de palabras con una persona que acaba de fallecer, por muy mal que a este periódico le caiga. Recordar el "¿por qué no te callas?" no es del todo incorrecto, ya que fue una de las frases más ligadas a su persona, pero hacerlo para informar, repito, PARA INFORMAR, de la muerte del Presidente venezolano me parece muy poco apropiado. Otra cosa sería que un columnista titulara su artículo de esta forma, pero para un titular informativo de portada me parece muy desafortunado y falto de tacto.

Parece obvio que la distancia ayuda a banalizar lo que aquí no se nos ocurriría hacer. El Periódico tiene una cierta tradición en portadas impactantes que a veces rozan el mal gusto, al tratarse de temas internacionales. Es un mal común en nuestro país (e imagino que también en otros), pero ello no lo hace más justificable. El periodista debe tratar los temas con el mismo respeto cuando se trata de temas cercanos como cuando hablamos de temas de cariz internacional. La Razón ha titulado también de esta forma ("Chávez, muerte del caudillo"), pero que lo hagan otros no puede servir de excusa y, sinceramente, espero que el pamfleto de Maruhenda no sea el referente del consejo de redacción de El Periódico de Catalunya. Pero vamos, quien sabe, en los tiempos que corren...