dilluns, 14 d’abril del 2014

El debate previo

Tras unos días en Barcelona, conversando con amigos de todas las ideologías, más o menos interesados en la independencia, he llegado a la conclusión de que el objetivo está claro, pero no qué va a pasar después de llegar a él. Al igual que ocurre con la 3ª República, tan deseada por tantos, pero tan poco planificada por los mismos, en el caso de la Independencia en Cataluña ocurre exactamente igual: Se echa mucho de menos un debate previo de qué tipo de Estado queremos. Tanto en el caso de la 3ª República española como en el de un estado independiente catalán hay una acuciante y peligrosa falta de debate sobre qué instituciones formarán el Estado, que responsabilidades tendrán los políticos por sus decisiones, qué poder tendrá el pueblo para participar activamente en democracia, más allá del misérrimo "votar cada cuatro años", etc. 

No sólo eso, sino también ¿de qué forma conseguiremos una separación real de los tres poderes del Estado? o ¿cómo acabaremos con la impunidad de políticos, grandes fortunas, policías corruptos o periodistas voceros? ¿Qué mecanismos tendrán los ciudadanos para presionar efectivamente a dichos poderes? ¿Qué limitaciones de poder tendrán las estructuras económicas? 

Imagen obtenida del blog Claros en el bosque
Porque sinceramente, para que se quede todo igual que en la España de 2014, no hace falta cambiar nada. En algunos estamentos (en absoluto) democráticos ya debe estar planeándose un gran cambio en el Estado para que nada cambie. Una abdicación real, un golpe de Estado encubierto o una 2ª Transición, tan oligárquica como la primera, con todo "atado y bien atado". Por eso, repito, es necesario un debate previo, en el que se analicen y debatan abiertamente los diferentes tipos de estados que queremos, para que "el pueblo" (esa figura que en este país se suele mencionar habitualmente con desprecio), es decir, los ciudadanos, conozcamos qué alternativas existen, qué posibilidades tenemos de cambiar nuestro país. 

Y los partidos no tienen por qué llegar a un acuerdo sobre ello, ya que no debe estar en su mano decidir, sino en la de los ciudadanos. Que los partidos presenten su apuesta, su alternativa, sus opciones, pero debe ser el ciudadano quien vote el cambio. Por eso el referéndum que se convoque (sí amigos, el referéndum, esa peligrosa arma de destrucción masiva, para algunos), no debe ser un referéndum por el sí o el no, como el que tuvimos en la actual constitución, ya que, como suele ocurrir, quien no esté de acuerdo con el proyecto que se vota, no irá a votar (ejemplo: el último referéndum en el F.C. Barcelona, mastodóntico, faraónico, opaco e indefinido, y a pesar de ello, aprobado por más de 70% de los participantes en la votación). Lo lógico es proponer un referéndum en el que se pregunte "¿Qué tipo de Estado quiere para la 3ª República / el Estado Independiente Catalán?" y a continuación las opciones A, B, C, D... etc. Lo que vendría a ser un proceso constituyente serio, sin presiones de los estamentos militar y económico y dejando al ciudadano decidir. Sé que a algunos les parecerá una salvajada incoherente y falta de todo sentido común, pero sí, a los ciudadanos se les debe dejar decidir. Porque a pesar de la crisis, seguimos siendo ciudadanos y seguimos teniendo (en la sacrosanta e intocable Constitución Española, por lo menos) el poder del Estado.