diumenge, 15 de maig del 2016

Cinco años de 15-M: La muerte del relato de la Transición

La Puerta del Sol de Madrid, durante la celebración del primer aniversario de 15-M.
Ya han pasado cinco años. Y muchas cosas han cambiado, por desgracia, para peor. Otras muchas, han transformado esta sociedad para mejor. Es una sociedad más viva socialmente, más despierta y más atenta a lo que los políticos hacen. Los medios de comunicación han cambiado también. Para bien y para mal. Para mí el 15-M comenzó una tarde del 10 de abril, en el que fui a una manifestación de Juventud sin Futuro, como podéis leer en este artículo. El movimiento 15-M como tal entonces aún no existía, pero sí un germen que fue creando el caldo de cultivo que llegaría, como explica muy bien Stephane Grueso, cuando 40 personas decidieron quedarse en la puerta de Sol de Madrid. Pocos días más tarde, el movimiento había crecido exponencialmente, llenando plazas de todo el mundo. La indignación se había escampado como un viral. Sólo que esta vez no era cosa de gatitos, sino un despertar social. Yo mismo visité la acampada el 21 de mayo y puedo decir que cambió mi vida. Fue un simple paseo por la plaza, leyendo los carteles (en este link y en este otro podéis ver algunos de los más significativos), pero sobre todo viendo los rostros de ilusión que se reflejaba en los rostros de los allí presentes. Sabían que iban a cambiar el mundo y, en parte, lo consiguieron. 

El 15-M cambió España porque fue un enorme despertador social, apostando por una nueva forma de política, alejada de la profesional, que fracasó en la representación real de sus ciudadanos ("que no, que no, que no nos representan...") y apostando por una política alejada de los liderazgos. Mucho ha cambiado el asunto. Podemos se ha apropiado la indignación social y ha capitalizado el voto indignado, dejando atrás muchos de los postulados originales. Como explican el propio S. Grueso y Juanlu Sánchez en Eldiario.es, "Podemos no es el 15-M, pero sin el 15-M no hubiese existido".

Los hijos del 15-M.
Pero el 15-M fue mucho más que un despertar social, que unas acampadas o que un partido político, cuatro años más tarde. Como podéis ver en la foto superior, es un movimiento que ha tenido muchos hijos. Muchas iniciativas nacidas a partir de este movimiento como el 15m.cc, la 15mpedia, medios de comunicación como el periódico Madrid15MAgorasol Radio (medio en el que nació La Plaza en Llamas), de la cual he tenido el honor de formar parte casi desde sus inicios y hasta hace pocas semanas y desde donde viví la mayoría de los grandes momentos de indignación ciudadana, como las Mareas ciudadanas, distintas huelgas generales, la lucha contra los desahucios, los escraches, el llamado "Toque a Bankia", el 15paRato, o la aparición de partidos políticos de origen social, que tuvieron su culmen en las elecciones municipales del 24M de 2015

Tampoco hay que olvidar a movimientos sociales hermanos del 15-M, posteriores al mismo, como Occupy Wall Street en EE. UU. o la reciente Nuit Debout francesa. 

La muerte de la Transición
Reflexionando, uno se da cuenta de que realmente el 15-M ha cambiado nuestras vidas aunque no lo quieras o no hayas participado en él. La sociedad española ha cambiado enormemente y los resultados de las elecciones del 20-D son un claro ejemplo. La gente se ha hartado de Pepsi o Coca-Cola y lo ha reflejado dándole la vuelta a la política de nuestro país. Se ha escrito mucho sobre si es preferible una ciudadanía en las calles o bien representada por algunos partidos. Lo cierto es que la aparición de Podemos y el lavado de cara de Izquierda Unida han provocado un descenso de las movilizaciones sociales. Ya sea por el enorme retroceso en derechos sociales que ha sufrido Europa, por los recortes económicos que ha llevado a cabo el Gobierno Rajoy o por los incesantes casos de corrupción que han aparecido en estos útlimos cinco años, 2012 y 2013 fueron años en los que se registraron picos enormes de participación ciudadana en las calles. Desde 2014, el suflé ha bajado, no sólo por la aparición de los de Pablo Iglesias y sus distintas confluencias, sino también por un lógico cansancio del activismo. Para quien no lo sepa, ser activista desgasta mucho (no lo digo por mí, sino por muchos compañeros a quienes he visto dedicarse casi exclusivamente a las movilizaciones) y tres años de protestas agotan a cualquiera. Tiene cierta lógica que los movimientos sociales hayan cedido el testigo y que personas, no movimientos, tomen el testigo. Ada Colau, Pablo Iglesias o Manuela Carmena son tres claros ejemplos de ello, aunque sus figuras vayan contra uno de los postulados originales del 15-M, la falta de personalismos y de líderes claros. 

Aún recuerdo cuan desquiciados estaban algunos políticos, tertulianos y medios de comunicación en 2011 cuando desde el movimiento se les decía que no había líderes. Era una risa, sinceramente, porque la vieja política (los políticos y tertulianos de la bilis y la demonización del rival) no sabía a quien disparar, iban como pollos sin cabeza. Y tras las elecciones municipales de 2011, nació entonces el término "perroflautas" y el "olor a porro" que se olió en las asambleas, según un supuesto testigo al programa "El Gato al Agua" de Intereconomía tras visitar la plaza de Cataluña en 2011). Los maravillosos jóvenes que se levantaban contra el socialismo de Zapatero antes de las elecciones, se conviertieron en el enemigo hippy y fumaporros. Delirante.


Creo que la principal conclusión de este quinto aniversario del 15-M es que tenemos una sociedad más despierta, menos pasiva ante lo que nos ofrece la política y más vigilante ante lo que "los nuestros" nos quieren vender. Quienes desprecian a este movimiento, no entienden que fue en su día una lluvia fina (como ya escribí hace unos años) que, lo queramos o no, ha calado completamente en la sociedad española. Ya no esperamos que la política nos solucione la vida, sino que nos preocupamos de crear grupos, acciones o iniciativas para conseguir nuestros propósitos. O como decía un amigo mío, "se acabó la barra libre de la Transición". Y en realidad, la Transición, su relato, murió con el 15-M y, afortunadamente, parece que no va a volver. 

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